viernes, 25 de junio de 2010

Es lo mismo...y es igual

Muchas veces hablo de la necesidad de exigir un buen servicio de las instituciones financieras (por eso se llaman instituciones de SER-VI-CIO), lo hago tomando como ejemplo los casos de abuso que personas cercanas o clientes me platican. Muy diferente es el problema se sufre en carne propia.


Les cuento (e incluyo nombres porque no creo que sea un asunto particular del banco en cuestión, sino porque jamás manejo anónimos). Hace un mes perdí mi cartera. Cancelé mis tarjetas, incluyendo la de débito de IXE. Ese mismo día fui a la sucursal a tramitar una reposición. Me dijeron que llegaba a mi domicilio en cinco días hábiles. Cinco, seis, siete, ocho... 30 días y nada. (El resto de mis tarjetas fueron repuestas en menos de dos días). Tres visitas a la sucursal para solucionar la entrega y nada. Decenas de llamadas al centro de atención a clientes y nada. Promesas de "llega mañana", "seguro el lunes", pero nada de nada. Hoy cuando fui, por cuarta vez, al banco a perder horas y horas, la solución del gerente fue: "Cancele su cuenta y abra otra y entonces le puedo entregar su tarjeta de inmediato". Me dieron ganas de matarlo.

Puede parecer algo menor, pero el meollo del asunto es que ésta es la cuenta en la que me depositan mis clientes y la manera en que tengo acceso a ella es con esta tarjeta. Por lo que llevo un mes sin poder sacar dinero (¿quizá es un plan de ahorro del banco?). Además del tiempo perdido, de la cantidad de las operadoras con que he hablado y de estar cansada de que me vean la cara de cliente sin importancia de la institución.

Al twittear mi problema, me doy cuenta que no es un problema particular de IXE. Historias y comentarios de terror y abuso me llegan de todos los bancos del sistema y todas las personas cansadas del mal trato, invariablemente, me hacen la misma pregunta ¿entonces cuál es el banco bueno?

NINGÚN banco es "el bueno" si como consumidores no nos volvemos más exigentes en demandar el servicio que merecemos. El servicio va a ser secundario (independientemente de lo que anuncien en su propaganda) si como consumidores no abrimos la voz y exigimos un trato profesional respetuoso a nuestro dinero y nuestro tiempo y enfocado a buscar soluciones para el bien del cliente sin menospreciarlo o verlo como dispensable. Un problema tan simple como reponer una tarjeta de crédito NO puede convertirse en una pérdida de tiempo, de bilis y de dinero (porque he estado firmando con mi tarjeta de crédito más de lo que debería), sin que exista una solución de la institución.

Un conocido cercano a una persona que trabaja en IXE me propone darme el teléfono para solucionar mi problema y podría usar este recurso. Pero, como diría Cantinflas: "Ahí está el detalle". No debería de ser necesario solucionar los problemas sólo porque conoces a alguien que conoce a alguien ¿tan burocráticas y seudogubernamentales se han vuelto los grandes bancos?

Es un hecho que la relación banco-clientela balanza de poder es un poco como la de David y Goliat. El pequeño (yo) contra el gigante (el banco). Hora de sacar la resortera.

Me duele hacer esta queja pública ante IXE por varias razones personales. Primero, un buen amigo trabaja en el banco y sé que la crítica no le va a caer en gracia; segundo, tengo una buena relación con el departamento de análisis bursátil (que dicho sea de paso es el mejor de México) que puede verse mermada por esta columna (dudo ser invitada a otro desayuno); además de la flojera , casi dolorosa, que implica tener que hablarle a todos mis clientes a cambiar los datos de mis cuentas.

Pero aún así necesito predicar con el ejemplo. Sé que como cliente soy pequeño y que mis movimientos no tienen ningún impacto en el renglón final de las utilidades del banco, pero mi única manera de alzar la voz es cancelando mi cuenta.

Espero que esto lo lean no sólo los ejecutivos del banco que dejo, sino también los ejecutivos del banco a donde me voy. Que estén advertidos que voy a exigir que me traten como a un cliente de primera. Y estoy segura que mucha otra gente también.

viernes, 18 de junio de 2010

Protégete de los fraudes telefónicos

Doktor Dinero: Mucho he oído de los supuestos fraudes que se cometen vía telefónica haciéndote creer que ganaste un coche en una promoción o que estás invitado para salir en la tele, gancho que aprovechan para robarte dinero e información personal. Yo uso mucho mi tarjeta de crédito, y todos los días cruzo los dedos para ganarme uno de los premios.


¿Qué puedo hacer para no ser víctima de uno de estos ladrones? Gracias.

Uno de los sueños y fantasías que todos tenemos es el oír las dulces palabras (acompañadas de bombos y platillos): "¡Felicidades usted es el ganador!", cada vez que llenamos el boleto de una rifa o participamos en un concurso nuestra mente automáticamente empieza a maquinar en qué vamos a gastar o cómo vamos a utilizar el premio que, esta vez segurito, vamos a ganar.

Es por esto que es tan fácil para ladrones y vivales aprovecharse de nosotros y convertirnos en víctimas de fraudes (algunos muy sofisticados otros, sorprendentemente simples): entre el deseo inconsciente que tenemos (ya ves te dije que este si me lo iba a ganar) y la desconcertante rapidez con la que los maleantes operan, no nos damos cuenta del cuento hasta que ya es demasiado tarde y enfrentamos consecuencias graves a nuestra cartera (dinero robado, cuentas violadas, etc.) y a nuestra seguridad (información privada en manos de extraños, sentimiento de impotencia y coraje por ver nuestro patrimonio violado).

Uno de los fraudes de moda es el que describes en donde ladrones, vía telefónica, te informan ser el ganador de un premio de Boletazo y aprovechan tu emoción para robarte dinero (vía tarjetas de celular) e información personal.

En varios estados del país se han reportado casos de este tipo de situaciones. Este fraude no es el único al que estamos expuestos.

Ojo, mucho ojo

Nadie está exento de ser víctima de algún tipo de esquema fraudulento, no importa el nivel de estudios, profesión o conservadurismo con el que manejes tus finanzas personales.

Más rápido cae un hablador que un cojo, si juras que nunca vas a ser víctima de uno de estos fraudes, automáticamente bajas la guardia y te conviertes en presa fácil. Por lo que ya sea para evitar el fraude de Boletazo, o cualquier otro, te recomiendo los pasos siguientes:

Dudo luego existo. Ante cualquier anuncio de un premio sé escéptico y pregunta absolutamente todo. Ningún proveedor honesto va a cuestionar tu cautela y tu necesidad de corroborar datos.

Ganador preparado. Al entrar a cualquier sorteo averigua (ya sea leyendo las bases, preguntando a quien te ofrece el boleto o mediante la página de internet) cómo y quién te va a informar en caso de ser el ganador, qué documentos necesitarás presentar y si existe alguna condición ligada a recibir el premio.

Focos rojos. Sé particularmente cauto si el "premiador" te pide o exige alguna de las siguientes cosas: información personal (como número de cuentas bancarias, claves secretas, NIPs.); te exige dar teléfonos o información de otras personas, si condiciona el premio a la compra de cualquier producto (por más insignificante que suene); te solicita presentarte en algún lugar dudoso o a horarios fuera de lo común; o si te presionan diciendo que tienes sólo unas pocas horas de límite para hacer válido el premio.

Repito: nunca, pero nunca, proporciones información personal aun cuando la persona que lo solicite tenga un "título oficial" (el interventor de la XYZ). Si proporcionaste información al entrar al sorteo la persona que te hable debe nada más confirmarla.

Un buen tip: Cuando te hablen a informar que has ganado un premio pide el nombre y teléfono a la persona que te hable, cuelga y vuelve tú a marcar; así podrás corroborar el número telefónico y asustarás a algunos charlatanes que muy probablemente no querrán proporcionarte datos personales. Esto no es infalible, pero es una buena manera de sacar a los ladrones de contexto (no se esperan estar ellos a la defensiva).

Confirma siempre con el proveedor si realmente ofrece ese premio y si efectivamente tú has sido elegido.

Comparte: Los padres o adultos mayores son más susceptibles a ser víctimas de estos tipos de fraudes. Comparte con ellos estas recomendaciones.

Corrobora: La página de la Profeco tiene actualización regular de los fraudes más comunes. Consúltala o contacta a la agencia para obtener información.

Recuerda que, a pesar de los premios que todos soñamos en ganar, si algo suena demasiado bueno para ser verdad probablemente no lo sea.

martes, 15 de junio de 2010

Reglas inflaibles para JAMAS retirarte

Estimado Doktor Dinero: Tengo treinta y tantos y estoy cansado de los asesores financieros y de que los medios me hablen de "ahorrar para mi retiro". Pareciera que ellos no entienden que a mi edad tengo muchas otras prioridades y que falta muchísimo tiempo para preocuparme por mi vejez.


¿Usted qué opina? JG

Estimado JG:

¡Te felicito! Tu manera de pensar refleja una visión muy a la moda: La verdadera felicidad de la vida radica en disfrutar al máximo el hoy. ¿Para qué preocuparse por el futuro? Como bien dijo el gran economista J.M. Keyness, en el largo plazo todos estamos muertos.

Tienes toda la razón, a tu edad no tienes por qué pensar en tu retiro (faltan todavía 30 largos años), ya tendrás tiempo, algún día, de pensar en tu vejez y pequeñeces como son un retiro digno, seguros de salud o legados para tus hijos.

Me imagino que tu vida actual es tan enriquecedora que vas a quererla vivir exactamente igual cuando tengas setenta u ochenta años. ¡nada como pasar tus años dorados trabajando a marcha forzada! O vivir, después de estar acostumbrado a una vida adulta de independencia, una vejez a la merced de los deseos y condiciones de otros.

Ahora, si quieres despreocuparte por completo del futuro, te recomiendo que mandes a la goma a los aburridos y ultraconservadores asesores que te sermonean sobre "ahorrar para el futuro" y sigas los siguientes consejos*:

1. No ahorres. ¿Para qué guardar dinero que te pueda servir para vivir tranquilamente en el futuro? Es mucho mejor gastarte el dinero tan pronto como llegue a tus manos en compras trascendentales, de esas que sirven principalmente para causar envidia a los demás y cuyo gusto dura poco, en vez de gastar con sencillez y vivir un retiro de manera tranquila e independiente (para algo tienes hijos, para ser una carga a ellos en tu vejez).

2. Déjalo para después. Mañana siempre es un buen momento para empezar (aunque no tan óptimo como empezar pasado mañana) esas cuentas chinas que hacen los financieros sobre la importancia de empezar a ahorrar lo antes posible y aprovechar la acumulación de intereses son simplemente patrañas para confundirte y quedarse con tu dinero. No hay prisa, de seguro estás ocupado con cientos de pendientes mucho más importantes.

3. Tu Afore es suficiente. El dinero que se te descuenta mes a mes de tu nómina, y la administración que se le da, es lo suficiente para solventar un retiro digno. De ninguna manera pienses en un esquema complementario que complemente tu retiro ni en hacer aportaciones adicionales a tu cuenta de Afore. Todos los analistas concuerdan que el mínimo obligatorio que se deposita en tu Afore va a ser suficiente.

4. Sé demasiado conservador. Si tienes una cuenta especial para el retiro, cuida en invertir en puros instrumentos que sean lo suficientemente conservadores y cuyos rendimientos ni siquiera te den para mantenerte a la par de la inflación. El chiste de invertir es que cada vez te alcance para menos.

5. El dinero es lo único que importa. Adicionalmente no pienses en otras pequeñeces como seguros, de vida o salud, y testamentos. Lo mejor es cruzar los dedos para que tus seres queridos se encarguen de ti y tus necesidades. ¿A poco no lo harías tú por ellos? Y tú además te puedes convertir en un dolor de cabeza para ellos, mucho mejor. Así demostrarán cuánto te quieren realmente.

6. Sigue esta cronología de acciones financieras para no poderte retirar jamás:

Veintitantos. Compra todo lo que quieras, no importa que no te alcance, para eso sirve el crédito. Incrementa al máximo tus deudas, firma todo lo que puedas y paga el mínimo cada mes, así en vez de tener dinero disponible para ahorrar vas a gastarlo en pagar altísimos intereses.

Si te es posible, incumple uno u otro crédito para conseguir que te boletinen en el Buró de Crédito.

Treintaitantos. Esta es la década en la que empieza la estabilidad en el trabajo, pero antes de empezar a ahorrar, detente y cuenta hasta diez; piensa lo hermoso que sería tener una TV de alta definición y ser la envidia de tus vecinos, después de todo es más fácil presumir esto que una sana cuenta de banco.

Cuarentaitantos. Esta es una época de muchas demandas a tu patrimonio, tus hijos están en años universitarios, lo que implica un gran gasto, lo peor que puedes hacer es contar con la ayuda de un asesor profesional que te ayude a optimizar tus gastos e inversiones.

Tú solito puedes. ¿Qué tan difícil puede ser armar un portafolio de inversión óptimo?

Cincuentaitantos. Con los hijos fuera de casa y tu nivel de ingreso en su nivel máximo, esta podría ser la época de maximizar tu nivel de ahorro. ¡Ni lo pienses!

Tampoco te preocupes por establecer planes de contingencia para enfrentar riesgos (o sea, seguros adecuados tanto de salud como de vida) o diseñar un plan testamentario, después de todo, la salud y la vida las tienes aseguradas.

Sesentaitantos. Conforme tus amigos empiecen a hacer planes sobre cómo van a aprovechar su retiro (cosas tan espeluznantes y cursis como viajes, tiempo para la familia y tranquilidad), agradece a dios la falta de previsión que te va a permitir vivir con delicioso estrés durante muchos años más.

¡Felicidades!

viernes, 4 de junio de 2010

Mujeres, Hombres y el trabajo doméstico ¿Qué es lo justo?

Doktor Dinero: ¡Ayúdeme! Hace un par de semanas escribió una columna sobre las diferencias que sigue habiendo entre hombres y mujeres en el campo laboral y del trabajo doméstico (publicada el 14 de mayo que puedes consultar en www.exonline.com.mx) y el tema pegó en casa. No sé cómo hacer para que mi marido ayude más en el trabajo del hogar. A pesar de que laboramos el mismo número de horas y ganamos sueldos similares, las responsabilidades de la casa siguen siendo casi exclusivamente mías. ¿Cómo le puedo hacer entender que esta situación tiene que cambiar?



La proverbial “guerra entre los sexos” se libra en diferentes campos: batallas en el campo político, en el laboral y en el doméstico: mientras que las primeras dos reciben la mayor parte de la atención de los medios, son las contiendas que se libran detrás de las puertas del hogar las que más relevancia tienen para mejorar el nivel de vida. Éste no es un tema fácil, las mujeres claman “igualdad”, mientras que los hombres, muchas veces no tienen la menor idea de lo que ellas quieren.

Es innegable que históricamente las mujeres siempre han estado a cargo del trabajo casero (aun cuando cuenten con ayuda doméstica pagada) desde la limpieza y la cocina hasta el cuidado de los niños. Las normas socioculturales, con las que la mayor parte de nosotros hemos crecido, a la vez limitan la participación de las mujeres en el medio laboral, algo que sólo recientemente han empezado a cambiar, y exentan a los hombres del trabajo doméstico, un tema todavía rejego al cambio.

Según datos del INEGI, las mujeres realizan más de 42 horas de trabajo doméstico a la semana, mientras que los hombres realizan apenas diez. La desigualdad de estas cifras se exacerba al considerar que el panorama laboral está cambiando radicalmente: un mayor número de mujeres en la fuerza laboral que trabajan el mismo número de horas que sus colegas masculinos y que al llegar a la casa tienen en exclusiva la responsabilidad de que las “cosas marchen bien”, un trabajo adicional de tiempo completo.

Es obvio que más de una mujer se pregunte: ¿cómo se debe reorganizar el trabajo casero? ¿Qué es lo justo?, ¿cómo recambiar los esquemas del hogar?

Más allá de la vindicación del “trabajo doméstico” a nivel social o gubernamental, lo que debes hacer es encontrar modos de solucionar tu situación en particular.

1. Cada pareja es un mundo. No hay una solución universal para asignar las responsabilidades domésticas; siéntate con tu pareja, explícale tu insatisfacción con la situación actual y acuerden, entre ambos, un nuevo esquema con el cual compartir las responsabilidades del hogar. Empieza por pequeños cambios.

2. No digas “es que nunca me ayudas”, esto más que una solicitud de apoyo suena como un reclamo y nunca se cristaliza en soluciones. Explícale de antemano a tu marido en qué es en lo que requieres su ayuda y cómo te puede apoyar.

3. Establezcan reglas claras de las responsabilidades del hogar... Cada miembro de la pareja conozca de antemano cuáles son sus labores designadas. Por ejemplo, que él asuma como su “trabajo” ir al supermercado los domingos y la limpieza y el mantenimiento de los automóviles. Esto los ayudará a organizar su tiempo y a tener expectativas realistas. Asignen las tareas tomando en cuenta la disponibilidad de tiempo, las habilidades y gustos particulares.

4. …pero sean flexibles. Son una pareja, no una SA, si en algún momento alguien no puede cumplir con sus responsabilidades preasignadas, apóyense y no lo conviertan en un motivo de conflicto.

5. Roten lo indeseable. Si existe alguna actividad que ambos aborrezcan (como llevar al perro al veterinario) roten la responsabilidad, siendo cada uno responsable de ésta por seis meses.

6. No critiques sus intentos. Muchos hombres simplemente no saben cómo realizar los trabajos del hogar (¡¿Cómo se tiende una cama?!), explícale y enséñale cómo realizar las labores que “le tocan”. Si algo no le sale bien las primeras veces sé paciente y tolerante.

7. Los trapitos limpios se guardan en casa. Muchos hombres rehuyen a las labores domésticas no por el trabajo en sí, sino por el estigma frente a los ojos de sus “compadres”. No lo evidencies, mantén sus actividades dentro del hogar como algo privado; si él quiere “presumir” sus hazañas como “amo de casa” que lo haga cuando y frente a quien él quiera.

8. Enséñale a tus hijas… y a tus hijos. Procura no perpetuar, en las generaciones jóvenes, los patrones de desigualdad. Prepara a tus hijos para que puedan realizar labores “propias” e “impropias” de su sexo; que tus hijos aprendan a planchar una camisa a la vez que tus hijas sepan cómo cambiar una llanta ponchada.

Recuerda que los paradigmas, explícitos e implícitos, que gobiernan las relaciones de pareja son milenarios y vigentes aun en las parejas más modernas, por lo que debes de tener paciencia y perseverancia para ver resultados.

jueves, 3 de junio de 2010

Aprender a decir NO (¡Cómo cuesta!)

El no saber decir NO es uno de los principales obstáculos que tenemos, hombre y mujeres, para conseguir el éxito. El no poder ser aservivas, e imponer límites, muchas veces impide que hagamos lo correcto para nuestra vida .
Decimos que Si cuando NO queremos comprar algo. Decimos que SI cuando NO queremos una tarjeta de crédito. Decimos que Si cuando NO queremos acceder a algo que nos pide nuestra pareja/amigas/madre/jefe/hijos. Decimos que SI (cuando queremos decir que NO) para guardar las formas, por pena, porque es más fácil y menos complicado y porque nadie nunca nos enseña cómo ser debe de  decir que NO.

Así es que comparto con ustedes un texto que me envía Renee Lan, indudablemente la mejor educadora que conozco y que mucho nos puede ayudar a ser más asertivas en el dinero y en la vida.

NO ES NO.


No es no, y hay una sola manera de decirlo: No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No, se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto.
No. Se dice una sola vez,
No.
Con la misma entonación,
No.
Como un disco rayado,
No.
Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín no es No.
Un No que necesita de explicaciones y justificaciones, no es No.
No, tiene la brevedad de un segundo.
Es un No para el otro porque ya fue para uno mismo.
No es No, aquí y muy lejos de aquí.
No, no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser No aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba. .
No, es el último acto de dignidad.
No, es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No, no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos revueltos, ni con pena; y menos aún, con satisfacción.
No es No porque no.
Cuando el No es No, se mirará a los ojos y el No se descolgará naturalmente de los labios.
La voz del No no es trémula, ni vacilante, ni agresiva y no deja duda alguna. Ese No, no es una negación del pasado; es una corrección al futuro.
y sólo quien sabe decir No puede decir Sí.