viernes, 29 de octubre de 2010

El alto costo de las Terapias Infantiles

Doktor Dinero: Mi hijo de siete años fue diagnosticado con Déficit de Atención y su tratamiento me está causando un hoyo en la cabeza, en el corazón y en la cartera; llevamos miles de pesos gastados sin ver una mejoría. SOS.


No hay nada más angustiante para un padre que enfrentarse a un problema con un hijo, y el camino para solucionarlo puede tener un fuerte impacto tanto en el corazón como en la cartera. Las finanzas personales son, muchas veces, el colchón en el que se reflejan (y por medio del cual se pueden o no resolver) muchos problemas de la vida diaria.

Uno de los problemas más comunes de esa vida diaria tiene que ver con la salud mental nuestra y de los nuestros y no sólo en el sentido de "locura", sino en la manera en que nuestro estado ayuda a que desarrollemos nuestras capacidades al máximo. Los problemas de índole sicológico o emocional son particularmente angustiantes cuando los vemos en nuestros hijos, en parte por el estigma social que conllevan (y la etiqueta que le ponen al niño), en parte por la falta de información que hay al respecto (y el exceso de charlatanes oportunistas que ofrecen falsas soluciones) y, en parte, porque la solución toma tiempo y dinero.

Aun cuando el Déficit de Atención está "de moda" (alrededor de 5% de los niños lo tiene), no es el único tipo de trastorno que existe. Se calcula que uno de cada cinco niños en edad primaria es diagnosticado con algún tipo de problema (sicológico, visual, auditivo, motriz o emocional) que debe ser atendido de manera extracurricular y cuya responsabilidad y costo recae, de manera muy pesada, en la familia (a propósito de esta estadística, a mi papá, hombre muy sabio, le gusta decir: "En mi época todos éramos cojos, chimuelos, traviesos y todos crecimos para ser adultos de bien").

El diagnóstico de algún problema ocasiona serios cambios en la dinámica y finanzas familiares; el costo anual promedio puede superar los 30 mil pesos anuales y muchas veces se requiere por cuatro o cinco años para ver resultados. Aunque todos decimos que con la salud de los hijos no se escatima, parte del éxito del tratamiento depende de la buena administración que tengamos con los recursos para permitirnos solventar los largos años que puede durar.

Empieza bien desde el principio

Para cualquier trastorno infantil, desde ADD hasta problemas emocionales, toma en cuenta lo siguiente:

1.- Actúa. Por más difícil que sea aceptar que un hijo no es "perfecto", entiende que los problemas no se corrigen solos (el argumento de "en mi época no hacíamos tanto rollo" es falso) y dejarlos a la deriva puede ocasionarle a tu hijo problemas académicos, sociales y de autoimagen. Entre antes empieces, mejor, más rápida y barata va a ser la solución.

2.- Invierte en el diagnóstico. Quizá la parte más importante es tener el diagnóstico correcto que te permita darle a tu hijo el tratamiento adecuado. Busca al profesional más calificado en diagnóstico (aun cuando tengas que insistir para que te dé una cita) y busca realizar los estudios en los lugares más competentes, para evitar tenerlos que repetir. Guarda los resultados de todos los análisis para poder hacer un comparativo cada cierto tiempo y evitar tenerlos que repetir en caso de que requieras una segunda o tercera opinión.

3.- ¿Cómo encontrar al terapista? Como buen consumidor, compara entre diferentes opciones para el tratamiento. Antes de elegir a un médico o terapista (y de desembolsar un solo centavo) platica con dos o tres profesionistas y averigua su técnica, enfoque y la dinámica que tiene tanto con tu hijo como con los padres. Una buena manera de encontrar el tratamiento es por medio de gente que haya tenido experiencias similares exitosas; pero aun ante las mejores recomendaciones, nunca olvides oír tu propio instinto.

4.- Cada niño es un mundo. No hay recetas de cocina para solucionar el problema. "Se requiere un enfoque multidisciplinario, advierte el terapeuta Jorge Anzures, director de la Clínica de Neuroterapia Computarizada, no es cuestión de dar solamente un medicamento o solamente ayuda sicológica, se requiere un enfoque multidisciplinario y personalizado para conseguir resultados."

Todo diagnóstico y tratamiento debe estar hecho a la medida de tu hijo, no con base a un machote preetiquetado.

5.- Lo que no cuesta (pero vale mucho). Los cambios en la dinámica de la casa son un apoyo indispensable que permite acelerar el avance. De nada sirve gastarse miles de pesos en médicos si existen fallas saboteadoras en el ambiente familiar. Evalúa lo que puedes cambiar en la casa y aplícalo, desde cambios en los patrones de alimentación hasta la relación que existe entre los padres (particularmente si son divorciados). La férrea disciplina en el hogar es un arma fundamental para apoyar a los hijos con problemas.

6.- Ojo con los charlatanes. Si alguien te ofrece una solución de cinco minutos, lo más probable es que te quiera ver la cara y sacar dinero. Cualquier problema sicológico, neurológico o emocional requiere de una solución larga y llena de esfuerzo de todas las partes involucradas.

7.- Lo alternativo. Las terapias alternativas, como homeopatía o neurofeedback, son una opción más cara, pero que puede tener buenos resultados siempre y cuando sean aplicadas en paralelo a un tratamiento tradicional. No gastes todo tu dinero en ellas ni las tomes como tu primera opción, úsalas como un complemento.

8.- Prioriza. Pagar un tratamiento puede implicar recortes en otros gastos (vacaciones, diversión, incluso parte de tu porcentaje de ahorro), pero este es uno de los gastos más importantes que debes hacer.

8.- Investiga. Aun cuando el tratamiento no esté cubierto por tu seguro médico, puede ser que los análisis, como electroencefalogramas o los aparatos auxiliares, como implantes auditivos, si lo estén; averigua qué es lo que sí puedes deducir de tu seguro.

9.- Planes de pago. Si encuentras un tratamiento que consideras ideal, pero el costo no se ajusta a tus posibilidades, alza la voz. Propón al médico o terapista alguna opción de pago a plazos, de descuento o de pago en especie; cualquier profesionista realmente profesional va a tratar de encontrar una solución para no dejar al niño sin tratamiento.

10.- Paciencia. Aun cuando te "gane la prisa" por solucionar el problema, no exageres, de nada sirve sobresaturar a un niño con 25 terapias diferentes, al contrario, puede ser contraproducente (y muy caro).

No esperes resultados de un día a otro, cada seis meses o un año revalora la situación, mediante análisis o exámenes, para ver los resultados y evaluar si el camino que llevas es el correcto.

Recuerda que, aunque en este momento no lo parezca, todos los problemas tienen solución y que el arma más importante que tienes es el amor que como padre puedes tener hacia tus pequeños

viernes, 15 de octubre de 2010

Deuda Buena vs. Deuda Mala

Doktor Dinero: Hay gente que dice que la única manera de vivir bien es endeudándote. pero otras opinan que deber es el peor error de las finanzas personales. ¿Quién tiene la razón?


Gracias, AS.

¡¿Deber o no deber?..! Esa no es la pregunta. En un mundo en donde el crédito es tan fácil de conseguir (particularmente con "el poder de tu firma") y las tentaciones de consumo son tantas, es difícil juzgar si uno debe o no disponer de dinero "prestado" para poder financiar la vida. Es casi un hecho que todos lo vamos a utilizar en algún momento u otro de nuestra vida.

Entender el mundo moderno sin crédito es imposible, por lo que es imposible tomar una "posición de esquina" al juzgar las deudas; no se puede hablar de "o todo o nada", ya que este es un caso en donde la realidad no es blanca ni negra, sino de diferentes tonos de gris: No es cuestión de utilizar o no crédito para financiar nuestros consumos sino juzgar nuestros hábitos con base en tres aspectos fundamentales:

1. ¿Cuánto debemos?

2. ¿Cómo lo debemos?

3. ¿Por qué lo debemos?



Cuánto

Odio las "recetas de cocina" o fórmulas que pretenden dar un parámetro de lo que es correcto y lo que no, ya que la situación de cada uno es diferente y es muy arriesgado generalizar; sin embargo, en términos generales se recomienda que tu "razón de endeudamiento" debe ser menor a 15 por ciento.

Esta "razón" mide el porcentaje de tus ingresos mensuales que destinas a pagar tus créditos y que, por ende, no puedes usar ni para tus gastos corriente, ni para ahorrar. Entre mayor sea este número, más "apretado" te sentirás (vas a sentir que el dinero no te alcanza "hasta el fin de la quincena" y estarás en riesgo de incumplir en tus pagos generando aún más intereses o cargos adicionales).

Cómo

No es lo mismo a quién le debes. Cada una de tus deudas tiene un costo y un plazo diferentes, de acuerdo con el tipo de crédito que sea. Idealmente tus créditos deben ser con la menor tasa de interés posible y con un plazo de vencimiento lo mayor posible. El dinero "prestado" por las tarjetas de crédito es el más caro posible, las tasas de interés son generalmente altísimas y las condiciones de pago extremadamente presionantes, ¡LIMITA SU USO!

Por qué:

Quizá el aspecto más importante para poder juzgar si haces buen uso del crédito es analizar para qué lo usas. Para poder hacerlo necesitas determinar a cuál de estos dos tipos están destinadas la mayor parte de tus deudas:

Deudas buenas: Son los préstamos que usamos para adquirir cosas necesarias que no podemos (o no es conveniente) pagar de contado. Estas son compras que no sólo implican un placer momentáneo sino que generan un beneficio de largo plazo ya sea en dinero (como las utilidades futuras al invertir en un negocio) o en otros "premios" intangibles (como la seguridad de tener un hogar propio o el provecho de dar una educación universitaria a los hijos o a uno mismo). Dentro de este grupo de deudas se encuentran los préstamos hipotecarios, los créditos educativos e incluso otras deudas destinadas a facilitar la vida (pregúntale a cualquier ama de casa si el tener una lavadora de ropa no es un artículo que vale la pena comprar).

Deudas malas: Por el contrario, son aquellos préstamos que utilizamos para pagar cosas que realmente no necesitamos (más bien las compramos en la calentura del momento o por presión del medio ambiente) y que definitivamente no podemos solventar, por lo que nos endeudamos para adquirirlos. Por lo general estos son bienes no duraderos que empiezan a perder valor en el momento que pasa la emoción inicial por haberlos comprado. Esto no quiere decir que son productos que no debemos comprar jamás, simplemente que es una tontería endeudarnos para adquirirlos.

Ahí está el detalle. Ahora, distinguir si una deuda es buena o mala no es tan claro como parece. A pesar de que hay artículos en los que esta diferencia es muy clara (dinero para iniciar un negocio vs. dinero para comprar una TV de plasma), existen muchos otros créditos que caen en un área gris; lo que para una persona puede parecer una necesidad, otra lo puede juzgar como algo superfluo, incluso el mismo artículo puede ser o no necesario para la misma persona bajo diferentes circunstancias (comprar tu primer auto es una necesidad, cambiar de auto cada año no lo es).