jueves, 22 de mayo de 2014

Ser judía en México... En vísperas del juego México-Israel

¿A quién la vas en el partido? ¿A México o a Israel?

Es la pregunta obligada hoy en día. Cómo si en la respuesta de esta pregunta se encontrara la verdadera identidad (leal o traidora) de los judíos que viven en México.

Cómo si en 90 minutos de juego se pudiera definir el patriotismo y el amor (o falta de amor) por México.

Esta simple pregunta (que al fin y al cabo es por un juego amistoso en donde es clara la supremacía de la Selección Nacional) engloba la duda que muchos tienen acerca de los judíos mexicanos:

¿Y ellos qué son? ¿Más judíos o más mexicanos? ¿A quién son leales?

Una vez siendo yo chica alguien me preguntó ¿Si hubiera una guerra entre México e Israel por quien lucharías? Pensé que esa era una pregunta ridícula, Jamás va a pasar, pero hoy esta guerra está por librarse con un balón.

Estas preguntas, que muchos hacen abiertamente y otros piensan de manera silenciosa, hablan en muchos casos de un velado (o no tan velado) odio que sigue existiendo en algunos mexicanos y que, por alguna u otra razón, se ha destapado en tiempos recientes.

¿A quién la vas en el partido? ¿A México o a Israel?

La respuesta para mi es clara y contundente (y creo que hablo por la mayor parte de los judíos mexicanos) Le voy a México en todo y contra todos, no sólo en el fútbol, sin chistar ni dudar un segundo.

Soy una mujer de nacionalidad mexicana y de religión judía. Ambas en el mismo nivel. La primera parte habla de mi patria, la segunda de mis creencias religiosas. No compiten entre ellas.

Mi patria es México,  la patria de mis padres y de mis abuelos. Mi corazón es mexicano. Todo lo que identifica a un ser humano con un país (idioma, comida, cultura, amor, orgullo...) a mi me identifica con México.

Mi religión es judía. No hay una religión "Israelí". Israel es un país que admiro, al que me siento cerca porque es, sin duda, la cuna de la religión que profeso.

Indudablemente me da emoción ver a Israel jugar futbol porque es una nación que siento muy cercana a mi.




Se que en los próximos días existirán miles de argumentos sobre las lealtades o deslealtades de los judíos mexicanos.

Como si el poner en duda el amor a México hiciera más fuerte el patriotismo de quien acusa.

Sé que en los próximos días se oirán fuertes argumentos contra los judíos. No porque vengan de mucha gente (la mayor parte de los mexicanos somos tolerantes y amantes de personas de religiones, creencias y preferencias diferentes a las propias), sino porque vienen de unos pocos que son muy ruidosos,

Muchos velados como críticas a la política israelí (que, como cualquier política en el mundo, tiene aciertos y desaciertos) que en todos los casos esconden un antisemitismo que para algunos mexicanos es visceral y para otros es consecuente o por ignorancia.

El partido entre México-Israel, en vez de llenarme de emoción, me llena de angustia. Me da miedo que, tal como pasó hace unos días en España en el partido de Basquetbol entre el Real Madrid y el Macabi Tel Aviv se incite una ola de antisemitismo.

Me da miedo las reacciones en las redes sociales (muy envenenadas por personajes repugnantes que incitan odio y que encuentran leña en muchos mexicanos), me da miedo la rechifla en el estadio, me da miedo (ni dios lo mande, diría mi abuela) una agresión en las gradas.

Ataques antisemitas, en general y a mi persona en particular, he vivido por años. Algo inevitable al ser judía en México y gajes del oficio de ser un personaje semi-público.

Me duele pensar que mis hijos, que irán al estadio vestidos y con el corazón en color verde (pero también con la emoción de ver a Israel jugar), los puedan sentir por primera vez.