lunes, 12 de enero de 2015

Depresión en primera persona... o algo así como Yo me deprimo, Tu te deprimes...

--> (Haciendo un poco a un lado el estigma que existe en torno a las enfermedades mentales, o precisamente porque me gusta enfrentarlos.)

Uno de cada cinco mexicanos está enfermo de depresión.

Por primera vez yo, que he luchado por siempre ser diferente, formo parte de las estadísticas. Lugares poco comunes que son comunes.

Nunca pensé estar aquí. SuperYo (prima de Superman), la mujer que lo puede todo, ¿deprimida?

Imposible. Ridículo.

Y he ahí el primer problema que existe para entender la depresión: el sobre uso y mal uso que hacemos del término. "Estoy depre" cuando me siento triste... "Pinche canción depresiva" cuando oímos a Leonard Cohen... "Me deprime el clima" cuando las temperaturas bajan o... "¡Que pinche depresión el tipo de cambio!".

Y es cierto, la vida a veces nos presenta días difíciles, canciones tristes y situaciones frías (y una economía de la fregada) que, mal que bien, podemos manejar...pero la depresión clínica va más allá.

Es una enfermedad (que me queda es mucho más complicada de explicar que en un blog de una persona que no es psiquiatra ni psicoanalista). Así como el páncreas se depleta de insulina, el cerebro se traba en el funcionamiento de los neurotransmisores y las señales que manda se vuelven locas (jajajaja, palabra exacta).
Un evento o una serie de eventos, disparan la incapacidad del cerebro de lidiar con lo que está pasando y empieza el show cómico-mágico-musical de la depresión.

Una persona (ex) productiva, asertiva y proactiva lucha por salirse de la cama, por tomar decisiones simples, por poder convivir socialmente sin estrangular a sus semejantes. Por dormir, por no pensar idioteces. Por funcionar.

En un mundo de autoayuda y soluciones inmediatas es difícil entender como una persona no puede querer estar feliz o como el hacer 10 autoafirmaciones diarias frente al espejo no es una cura. Cómo, si estás en una posición privilegiada (de salud física, de dinero, de familia....),  no pones en orden "tus prioridades" y estás bien. #DramaQueen.

Pero no funciona así. Querer no es poder. Porque tu mismo cerebro te mete el pie.

Viviendo con el enemigo, versión cerebral. Todo lo que haces y piensas es usado, por ti mismo, en tu contra.

Es como querer subir  un palo encebado, tienes la técnica para llegar a la punta pero por más que luchas te resbalas hacia abajo.

Me empecé a sentir mal.  Estaba pasando por una época de muchos eventos difíciles. A mis papás les diagnosticaron cancer (si, a los dos), se murió mi abuelo y mi tío, se suicidó un primo adorado, dejé mi trabajo. Dejé de dormir.  Mi mente era la casa de los sustos de la feria. Yo era el único visitante. Me empecé a volver, literalmente, loca.

Fui con el ginecólogo, pensando que era hormonal... después con el endocrinólogo pensando que era de la tiroides... después con el cardiólogo pensando que los ataques de angustia eran algún tipo de insuficiencia. Todos me dieron el visto bueno. 100% sana. Yo me seguía sintiendo de la chingada y cada vez peor. A ningún profesional de la salud se le ocurrió considerar que pudiera ser neurológico.

Me tomó un año y medio tener la idea y el valor de acercarme a una terapista que tuvo la inteligencia de apuntarme en la dirección correcta: Dr. psiquiatra. Con todo el shock que oír esa palabra implica. Año y medio de espanto. Más un par de meses en lo que las medicinas empezaron a hacer efecto. Casi dos años de terror.

Durante mucho tiempo, ya diagnosticada, pensé/sentí que era la única persona en el mundo que estaba pasando por esto. Hasta que yo fui diagnosticada conocía 1 persona que sufría de depresión. Una. Y se suicidó.
Si las estadísticas son correctas y el 20% de nosotros padece depresión, así que hay dos opciones: O la gente está sub diagnosticada (léase párrafo anterior) o la gente lo esconde y prefiere no hablar de ello. Por lo que veo está mejor visto hablar de disfunción eréctil que de depresión. Después de salir a la luz con mi historia decenas de personas se acercaron a mi a decir #MeToo. ¿Dónde estuvieron todos esos años en donde quizá, con su ejemplo, hubiera podido yo pedir ayuda más rápido?

Podría quitarme la responsabilidad y decir que mi depresión es simplemente consecuencia de circunstancias que están fuera de mi alcance (nadie controla su química cerebral ni aún después de haber cursado Química orgánica en segundo de preparatoria); o que mi carácter intenso y obsesivo es de nacimiento, o que he vivido cosas en los últimos años dolorosas situaciones. Cierto.

Pero también, me queda claro, que es producto de malas decisiones que he tomado. Vivir y aprender.

La única realidad es que más allá de los por qués y las causas,  el problema se debe resolver en el aquí y en el ahora.  Un antidepresivo y una sesión de terapia a la vez.

Para todos aquellos que hoy se encuentran deprimidos, esta es mi historia. Sin maquillaje. #MeToo.
Ojalá y mis palabras los ayuden a tomar conciencia, a sentirse acompañados y a buscar ayuda.



(Si alguien que lee esto piensa que está deprimido o siente un "no se que" que no lo deja de fastidiar, chéquense, diagnostíquense, cuídense. La depresión no es un chiste. No es vida vivir en la angustia incontrolable y las consecuencias pueden ser terribles).